viernes, 29 de abril de 2016

Haciendo pan...

Esta semana hemos hecho pan porque nos gusta mucho este cuento.


La gallinita roja.

Érase una vez, un cordero, un gato, un cerdo y una gallinita roja que vivían en una granja vieja en una colina florida que se rodeaba de huertas de trigo dorado. Un día, la gallinita roja encontró unos granos de trigo esparcidos por el corral. — ¡Mirad lo que he encontrado! —les dijo a los otros animales. — ¿Quién me ayudará a sembrar este trigo? — ¡Yo no! —dijo el cordero. — ¡Yo no! —dijo el gato. — ¡Yo no! —dijo el cerdo. —Entonces lo haré yo sola —dijo la gallinita roja. 
Así lo hizo.
Sabía que las semillas necesitaban agua para crecer. - ¿Quién me ayudará a regar estas semillas? – preguntó la gallinita roja. — ¡Yo no! —dijo el cordero. — ¡Yo no! —dijo el gato. — ¡Yo no! —dijo el cerdo. —Entonces lo haré yo sola —dijo la gallinita roja. 
Así lo hizo. 
La gallinita roja regó la tierra y esperó pacientemente para que el trigo creciera. Cuando el trigo estuvo alto y dorado, sabía que estaba listo para cortar. — ¿Quién me ayudará a cortar el trigo? — preguntó la gallinita roja. — ¡Yo no! —dijo el cordero. — ¡Yo no! —dijo el gato. — ¡Yo no! —dijo el cerdo. —Entonces lo haré yo sola —dijo la gallinita roja. 
Así lo hizo. 
Pronto la canasta de la gallinita roja estaba llena de trigo. — ¿Quién me ayudará a llevar el trigo al molino para hacer la harina?—preguntó la gallinita roja. — ¡Yo no! —dijo el cordero. — ¡Yo no! —dijo el gato. — ¡Yo no! —dijo el cerdo. —Entonces lo haré yo sola —dijo la gallinita roja. 
Así lo hizo. 
El molinero simpático molió el trigo a harina fina y suave, y la gallinita roja volvió con un gran saco.— ¿Quién me ayudará a hacer pan con esta harina? —preguntó la gallinita roja. — ¡Yo no! —dijo el cordero. — ¡Yo no! —dijo el gato. — ¡Yo no! —dijo el cerdo. —Entonces lo haré yo sola —dijo la gallinita roja. 
Así lo hizo.
La gallinita roja mezcló la harina con agua, sal y levadura y la amasó durante un ratito. — ¿Quién me ayudará a poner este pan en el horno? —preguntó la gallinita roja. — ¡Yo no! —dijo el cordero. — ¡Yo no! —dijo el gato. — ¡Yo no! —dijo el cerdo. —Entonces lo haré yo sola —dijo la gallinita roja. 
Así lo hizo. 
La cocina se llenó del aroma delicioso del pan que se estaba horneando, y los otros animales vinieron a ver lo que estaba pasando. La gallinita roja sacó el pan caliente del horno, y lo puso sobre la mesa. — ¿Quién me ayudará a comer este pan sabroso y fresco? — preguntó la gallinita roja.
 ¡Yo! —dijo el cordero. — ¡Yo! —dijo el gato. — ¡Yo! —dijo el cerdo. —No —dijo la gallinita roja. —No me ayudasteis a sembrarlo, ni regarlo, ni cortarlo, ni molerlo ni hornearlo ¡Lo comeré yo sola! — 
Y así lo hizo. —





















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